19 de mayo de 2009

ONOMASTICA DE LOS APELLIDOS, onomastica de los Borlaf, de los Borlaff y de los Borlaz ( 2 )

Clasificación de los apellidos

Los sobrenombres que sirvieron para formar los actuales apellidos se pueden clasificar fundamentalmente en 6 categorías:

1º) Apellidos patronímicos.
Un procedimiento muy común en todas las comunidades humanas ha sido el de especificar el nombre del padre para establecer distinciones entre personas con el mismo nombre de pila, como por ejemplo "Antonio el hijo de Pedro", y esto se comprueba aún hoy en día, sobre todo en las zonas rurales. Así pues, en el ejemplo Antonio, el hijo de Pedro se llegó por economía de palabras al resultado Antonio el de Pedro o Antonio de Pedro, y llegó un momento en que, al adherirse naturalmente al nombre del hijo el del padre (en algunos casos de la madre), éste terminó convirtiéndose en apellido hereditario. Así se explican los numerosos apellidos actuales procedentes de nombres de bautismo como Juan, Nicolás, Marcos, Antonio, etc. No faltan casos en los que la preposición "de" se conservó o se añadió posteriormente para evitar que se confundiera el apellido con el nombre de bautismo, de manera que no son infrecuentes ejemplos como De Miguel, De Nicolás o De Tobías, en los que la presencia de la preposición no indica origen noble, como creen algunos erróneamente.

El apellido procedente del nombre del padre es, con diferencia, el caso más frecuente; de hecho, los abundantes y españolísimos apellidos terminados en "-ez", como Sánchez, Gutiérrez, etc., no son sino apellidos procedentes del nombre del padre (respectivamente, de Sancho y Gutier o Gutierre).


2º) Apellidos toponímicos.
La costumbre de apellidarse con nombres de localidades viene de antiguo y podemos citar a Thales de Mileto (640 A.C. en Mileto), Pitágoras de Samos (580 A.C. en Samos), etc. Los lugares de donde procedían los individuos, donde vivían o de los que eran propietarios, han sido siempre un formante importantísimo de apellidos. Aquí también se produjo el mismo proceso ya mencionado en el que un José el Soriano, o un Ramón de Albacete, terminaron siendo José Soriano, o Ramón Albacete, aunque en casos como éstos es frecuente que se conserve la preposición "de".

Establecer una clasificación más o menos completa de topónimos formantes de apellidos sería muy complejo, no obstante, podemos hacer la siguiente clasificación:
a) Apellidos procedentes de gentilicios, nombres de países, regiones, ciudades o pueblos: España, Francés, Catalán, Aragón, Aragonés, Almagro, etc.
b) Apellidos procedentes de nombres comunes de núcleos de población: Aldea, Barrio, Villa, etc.
c) Apellidos procedentes de nombres comunes de edificios y construcciones varias: Torres, Castillo, Corral, Puente, Iglesia, Cabaña, etc.
d) Apellidos procedentes de nombres de accidentes hidrográficos: Ebro, Segura, Río, Torrente, Ribera, Fuentes, etc.
e) Apellidos procedentes de nombres comunes referentes al relieve y composición del terreno: Sierra, Monte, Valle, Cueva, Peña, Roca, etc.
f) Apellidos procedentes de nombres referentes a la vegetación: Encina, Perales, Manzano, Fresneda, etc.


3º) Apellidos procedentes de oficios, cargos o títulos.
Esta categoría obtiene el tercer puesto en importancia, y son muchos los apellidos relacionados con la iglesia, la nobleza, el ejército, la artesanía, el comercio, la agricultura, la ganadería, etc. Los cargos eclesiásticos, como abad, obispo, capellán o sacristán, han dado origen a abundantes apellidos, lo cual puede resultar sorprendente si suponemos a los hombres de iglesia célibes, como hoy en día, pues no se entiende la razón de apellidos hereditarios en un estamento que, supuestamente, no puede tener descendencia.

En cuanto a los apellidos procedentes de títulos nobiliarios como duque, conde, o rey, no deben hacemos pensar necesariamente en una relación con individuos que ostentasen tales títulos o cargos; lo más probable es que, en la mayoría de los casos, se tratara de motes o apodos. En efecto, si una persona era arrogante, altiva, etc., se le apodaba rey, conde, etc., motes que todavía hoy se aplican. También se podía apodar así a una persona que servía en la corte del rey o en casa de un conde, así como a alguien que tuviera algún parecido físico con el rey o el señor local. Lo cierto es que pudieron existir muchas otras causas surgidas de la imaginación popular, pero en pocos casos debemos pensar que esos nombres se debieran a hijos ilegítimos de reyes o duques.

Podemos distinguir seis categorías de apellidos procedentes de profesiones o cargos:
a) Cargos eclesiásticos: Abad, Cardenal, Monje, Sacristán, etc.
b) Títulos nobiliarios: Rey, Conde, Duque, Hidalgo, etc.
c) Cargos u ocupaciones relacionados con el ejército o el funcionariado: Alférez, Capitán, Alcalde, Alguacil, Escribano, Jurado, etc.
d) Oficios diversos relacionados con la artesanía y el comercio: Herrero, Molinero, Zapatero, Sastre, etc.
e) Oficios derivados de la agricultura, la ganadería, la pesca, etc.; Labrador, Pastor, Vaquero, Pescador, etc.
f) Oficios y ocupaciones diversas: Caminero, Criado, etc.


4º) Apellidos procedentes de apodos.
Éste es el procedimiento más antiguo que existe para distinguir a los individuos, y todavía hoy está muy extendido el uso de los apodos, aunque más en las zonas rurales que en las urbanas. Con los apodos ocurre lo mismo que en las demás categorías, y se hacen hereditarios aunque el portador original lleve ya mucho tiempo muerto. Los apellidos procedentes de apodos presentan a veces serias dificultades de interpretación; en muchos casos se trata de voces conocidas, existentes actualmente y cuyo sentido es fácil de entender, como Feo, Gordo, etc., pero en otros casos son antiguas voces populares, algunas de las cuales ni siquiera están documentadas; en otras ocasiones, por último, aunque sean voces conocidas, resulta muy difícil adivinar qué sentido podían tener en la imaginación popular.

Los apodos se pueden clasificar de la siguiente manera:
a) Apodos referentes a características físicas: Bajo, Gordo, Rubio, Calvo, Cano, etc.
b) Apodos referentes a características morales: Alegre, Bueno, Salado, etc.
c) Apodos referentes a animales: Borrego, Buey, Conejo, Vaca, etc. Estos apodos pueden tener muy variadas causas, como que el individuo criara, cazara o vendiera tal animal, o por la semejanza física del individuo con éste, por comparación de sus aptitudes, defectos u otras características, por alguna anécdota relacionada con el animal, etc.
d) Apodos referentes a plantas: Cebolla, Oliva, Trigo, etc. Por lo general estos apodos designaban al individuo que cultivaba o vendía tal planta, pero también pudieron tener variadas motivaciones, como la comparación de rasgos físicos del individuo con determinada planta, o alguna anécdota relacionada con dicha planta, aunque también, en muchos casos, tales apellidos proceden simplemente de topónimos.
e) Apellidos referentes a lazos de parentesco, edad, estado civil, etc.: Casado, Joven, Mayor, Nieto, Sobrino, Viejo, etc.
f) En una última categoría entran todos los demás apodos que se puedan imaginar referentes a anécdotas o circunstancias relacionadas con la vida del individuo: Botella, Capote, Tocino, Porras, etc. En muchos casos ocurrió que el nombre del objeto se aplicó por elipsis al que lo fabricaba; de ahí proceden apellidos como Cuerda, Cadenas, etc.

5º) Apellidos procedentes de aplicaciones onomásticas varias, consagraciones, bendiciones, augurios para con el recién nacido o hechos relativos al nacimiento.
Estos apellidos proceden de nombres de nacimiento que los padres u otras personas le aplicaban al niño además del nombre cristiano de pila o como nombre único de bautismo. Tenemos varios tipos, que podemos clasificar de la siguiente manera:
a) Apellidos procedentes de nombres de bautismo de carácter afectivo o elogioso, relativos a consagraciones a Dios, bendiciones, buenos augurios, etc. Hasta que el Concilio de Trento (siglo XVI) hizo obligatorio bautizar a los niños con nombres extraídos del santoral católico, las gentes del medievo utilizaban aplicaciones onomásticas diversas, de carácter elogioso, como Lozano, Valiente, o de carácter afectivo, como Tierno, Bueno, Bello, etc.; también era muy frecuente aplicar como nombre de nacimiento fórmulas natalicias de buen augurio, como Buendía, Alegre, y nombres alusivos a consagraciones a Dios o a hechos y fiestas de la liturgia católica, como Diosdado, De Jesús, De Dios, etc.
b) Apellidos referentes a circunstancias del nacimiento, a la ilegitimidad del nacimiento o a la paternidad desconocida, etc.: Bastardo, Expósito, Temprano, Tirado, etc.
c) Apellidos referentes al mes de nacimiento: Enero, Febrero, Marzo, Abril, Mayo, etc.

Carece de fundamento la afirmación de algunos acerca de que eran nombres impuestos a los expósitos en función del mes del año en que se les encontraba; también se ha dicho, sin mayor fundamento, que eran de expósitos los apellidos hagionímicos como Sanjuan o Santamaría, o los apellidos-nombres de bautismo como Pedro o Nicolás.


6º) Apellidos de origen incierto o desconocidos.No escasean los apellidos acerca de los cuales nos es difícil o imposible asegurar una etimología. Algunas veces esta imposibilidad se debe a que estamos en presencia de apellidos muy antiguos, en algunos casos prerromanos, como García o Muñoz, que la ciencia etimológica no ha conseguido explicar satisfactoriamente debido al desconocimiento de las lenguas prerromanas. Otras veces, aunque pueda tratarse de un nombre perteneciente a una lengua conocida, como el latín, el árabe o el germánico, la evolución y transformación del nombre a lo largo de los siglos nos lo ha hecho irreconocible. Por otro lado, no faltan apellidos nacidos de motes procedentes de palabras romances dialectales o locales, hoy desaparecidas y por ende difíciles o imposibles de explicar. Por fin, también ocurre, como ya hemos visto, que gran parte de los apellidos se originan a partir de nombres geográficos, y es frecuente que muchos de ellos, precisamente por ser antiquísimos y por proceder de lenguas prerromanas desconocidas, no se hayan podido interpretar; por ejemplo, no se conoce con exactitud la etimología de topónimos formadores de apellidos como Huesca o Toledo.