10 de mayo de 2009

GENEALOGIA EN LA HISTORIA, Genealogia de los Borlaf

Genealogía en la Historia.

La genealogía es tan antigua como la familia, pudiera decirse que nació con ella. Desde siempre, hemos honrado a nuestros padres, con cuya palabra quería significar a nuestros ascendientes; de otro lado, una mutua y recíproca unión, hasta más allá de la muerte, entre padres e hijos, abuelos y nietos, entre ascendientes y descendientes, y parientes de un linaje.

De aquí que la Genealogía la encontremos en todos los pueblos de la antigüedad como hecho fundamental, no sólo para regular los derechos meramente privados y familiares, sino para gozar de los mismos derechos públicos, como eran los cargos religiosos y militares de las tribus, y con mayor razón para el de jefe de ella, sobre todo desde que esta jefatura se hizo hereditaria, convirtiéndose en monarquía.


Genealogía en la India y Egipto.

En la India se conservaban cuidadosamente las genealogías: una princesa no podía buscar marido sino entre los que probaban descender de una familia soberana, es decir noble.

En Egipto, cuya primera y segunda nobleza la formaban, respectivamente, los sacerdotes y guerreros, se sucedían genealógicamente en sus oficios; privilegio de los guerreros era que entre ellos había de elegirse el Faraón, cuyo poder pasaba al primogénito, y después a su hijo, y así sucesivamente, y cuando esta línea directa fallaba, pasaba a los hermanos y hermanas, formando así las Dinastías, de las que se cuentan hasta treinta y dos, que llenan 3.300 años anteriores a J. C.


Genealogía en los pueblos americanos.

Los pueblos americanos, en tiempos anteriores a su descubrimiento por Cristóbal Colón, conocieron y aplicaron la genealogía, sobre todo los más adelantados, como los imperios Maya e Incaico, de Méjico y Perú respectivamente.

En el último, el germen social fue la clan, que agrupaba alrededor de la madre o de la abuela todos los descendientes consanguíneos, el cual evolucionó al ayllo, en el que además de la sangre les unía la protección del mismo totem.

Pero lo que no cabe duda es que el uso del nombre y apellido, generalizado por completo en la Edad Media, hizo a la genealogía más precisa, si bien aún faltaba claridad en los casos en que un hijo tomaba por su apellido el de la madre, o en el del fundador de un mayorazgo que para gozarle hubiera impuesto como carga el uso de su apellido y armas.

En tiempos más cercanos a nosotros, en los albores de la Edad Moderna, la Genealogía comienza a desarrollarse sobre bases más ciertas, ya que desde finales del siglo XV, y más extensamente en el XVI, se puede hacer constar con fechas exactas los actos principales de la vida de los descendientes de un linaje. Debemos a la Iglesia este avance; es en los libros sacramentales de bautismo, casamiento y defunción, que como obligatorios dispone llevar el Concilio de Trento, donde se toma razón de estos actos.

La Genealogía moderna aparece en el siglo XVI y siguiente; con el Renacimiento nace el humanismo, es decir, el interés de todo aquello que se refiere al ser humano, y entre esto está el mejor y más verdadero conocimiento de sus antepasados y de sus sucesores.

Refuerza tan notable adelanto la instauración en 1870 del Registro del Estado Civil, siempre desde su creación en continuo perfeccionamiento.

Sin embargo, a pesar de estos avances, la Genealogía, desde el siglo XVIII, venía perdiendo prestigio. Debido a que los genealogistas se dedicaron a adular y saciar el orgullo y vanidad de los hombres, no reparaban en dar por cierta la fábula, exagerar los hechos o falsearlos.

Afortunadamente en la actualidad los adelantos de las ciencias y el sentido común de cuantos aplican y se ocupan de la Genealogía han superado aquel desprestigio, operándose en esta ciencia un renacimiento.

La ciencia genealógica actual apenas si le queda algo de la antigua, ni en sus procedimientos, ni en sus fines; hoy son más ambiciosos, más amplios.

Hoy la Genealogía también estudia taras hereditarias, degeneraciones producidas por el ambiente y tren de vida, daño que los vicios y enfermedades de los antepasados pueden hacer a las generaciones que tienen que venir, y por ello los biólogos se interesan y se ensancha hasta un horizonte que se pierde el valor que la Genealogía tendrá para el futuro.

Ya no se limita nuestra ciencia a ser auxiliar de la Historia, porque hoy es ya el campo de experimentación y al mismo tiempo piedra fundamental de muchas ciencias.

Sólo así la Genealogía es útil.